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La Odisea del Chocón, el perejil en maceta y la pelota prestada

El equipo nació hace ocho años y ya participó en varios torneos de ciudades cercanas. Pagan una cuota mensual de 100 pesos.

Por Carolina Magnalardo

La Odisea de Villa El Chocón nació hace ocho años, una tarde de verano en un baldío perteneciente a una cooperativa que las diez futbolistas improvisaban como canchita, en el barrio Llequen. La idea se fue difundiendo de boca en boca y hoy reúne a mujeres de entre 16 y 48 años. “Somos felices jugando al fútbol”, cuenta Mónica Soto, jugadora y delegada del grupo.

“Al poco tiempo de empezar a reunirnos invitamos a Solange Gutiérrez, una estudiante del profesorado de Educación Física, que comenzó como jugadora y luego nos propuso entrenar. Así incorporamos los entrenamientos físicos y manejo de pelota, entre risas, caídas, disgustos, cansancio y fatiga, aunque sin materiales porque no teníamos nada. Solo contábamos con una pelota del hijo de alguna compañera que nos prestaba o la llevaba cuando los niños estaban en el colegio”, recuerda.

Pronto llegaron invitaciones para amistosos en otras localidades. “Con temor y muchas dudas fuimos a Picún Leufú a un partido de once. No teníamos suplentes. Viajamos en nuestros autos como perejil en maceta pero la ansiedad superaba toda incomodidad. Nos faltó un gol para la docena, fue nuestra primera derrota. Con la cabeza en alto continuamos entrenando y nos superamos día a día; fuimos ganando partidos y sumando jugadoras”.

También participaron en campeonatos de Senillosa, Arroyito, Santo Tomás, Cutral Co y Neuquén. Para afrontar los costos el equipo tiene una cuota mensual de 100 pesos. Para viajar a veces consiguen transporte y, si no, lo hacen en los autos particulares. “Siempre estamos acompañadas por nuestras familias, vamos todos a la cancha y aprovechamos para compartir un asado. Esas dos horas nos olvidamos del mundo, es nuestro cable a tierra”.

Mónica Soto, jugadora y delegada.

Las chicas saben acomodarse a las urgencias. Cuando se habían establecido como equipo, su entrenadora tuvo que irse de la ciudad, y desde entonces el DT es Jorge Parra. “Nos aguanta en todas, tiene paciencia de oro y siempre nos alienta”, confiesa la delegada del equipo. También encontraron apoyo en los vecinos aunque hubo de los otros: “Nunca faltaba alguno que nos gritara ‘vayan a lavar los platos o a cuidar a sus hijos’. Pero como nosotras no dependíamos de ellos continuamos y mejorábamos cada día”. En un momento se quedaron sin espacio para entrenar y se mudaron a otro, que debieron desmalezar y acondicionar ellas mismas.

En verano entrenan en un espacio abierto tres veces por semana, mientras que en invierno lo hacen en el gimnasio local. No reciben ayuda económica del gobierno e improvisan los recursos para entrenar con cubiertas de bicicletas y caños PVC, entre otros. Hace poco organizaron su primer torneo con participación de ocho equipos de distintas localidades. Con lo recaudado compraron materiales de entrenamiento y dos pelotas.

Mónica considera que no hay interés en el crecimiento y desarrollo del futbol femenino y advierte que “falta compromiso de las autoridades, aportes y difusión. Se necesitan recursos tanto materiales como de capacitación”.

Dos de los mejores momentos fueron al comprar su primer juego de camisetas y al salir campeonas del Torneo de verano Fem Play 2020 en Neuquén. También pasaron algunos malos momentos pero Mónica asegura que “lo bueno siempre perdura y acá seguimos, con más ganas que nunca”, mientras espera poder regresar a los entrenamientos.

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