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Organizaba torneos de truco para probarse en Boca y hoy es figura de River

"Anímense a ir por su sueños", fue el mensaje que dejó Daiana Leguizamón a las futbolistas de la zona. (Fotos Caro Magnalardo)

Por Carolina Magnalardo

Calidad, presencia y entrega caracterizan a Daiana Leguizamón, una de las figuras de River y con experiencia en la Selección Argentina. Hoy vive el sueño de millones de mujeres que anhelan llegar a un club grande pero el camino recorrido no le fue fácil. Durante la pretemporada que el equipo millonario realizó en Atlético Neuquén, la jugadora de 30 años contó cómo fue su comienzo en el deporte y cuáles fueron las trabas que tuvo que sortear.

Empezó a jugar al fútbol a los 11 años en un equipo de su ciudad, Tandil, que sólo entrenaba para participar de los Juegos Bonaerenses. A los 17, con unas amigas armó su propio equipo. “Buscamos un profe y conseguimos un club; no teníamos plata pero empezaron a salir los viajes y hacíamos bingos y torneos de truco para poder viajar, para comprar las camisetas, para ir a jugar los torneos regionales”, recordó.

Agregó que “con todo el esfuerzo tuvimos la oportunidad de que en la final de un torneo nos fuera a ver la Selección Argentina, cinco tuvimos la oportunidad de hacer nuestro primer paso por la Selección y viajamos a Buenos Aires. A mí me tocó estar tres semanas que fueron increíbles porque venía de luchar por tener nuestro equipo, de comprar pelotas y conos”.

Ya de regreso en Tandil, en una tarde de ocio con sus amigas se enteraron de que el equipo femenino de Boca había llegado para hacer la pretemporada. “Paré el auto, bajé y le pregunté a la técnica si podíamos tener una prueba. Nos dijo que sí, otra a favor porque no es algo fácil de conseguir y no tenían previsto hacer pruebas, así que al otro día fuimos. Era un amistoso con varones y llovía a cántaros. Jugamos unos 15 minutos y ahí hicieron una selección rápida y nos dijeron que fuéramos a Buenos Aires”, relata con una sonrisa en su rostro.

La buena noticia, eso que tanto anhelaban, por fin se hacía realidad. Pero de nuevo, una historia conocida: debían juntar los fondos para pagar el viaje. “El padre de una de las chicas nos llevó; en principio éramos cinco pero luego se bajaron dos y eso nos obligó a juntar más plata, pero pudimos ir”.

Fue a la prueba, pasó cuatro etapas y quedó seleccionada junto a sus amigas. “Estuvimos jugando tres años y medio hasta que decidí dedicarme al futsal, por dos años, en Sportivo Barracas. Cuando Racing ascendió me convocó para ser parte de su plantel y retomé el fútbol 11. Estuve cerca de 12 meses y cuando decidí irme apareció la oportunidad de jugar en River, donde estoy hace casi un año”.

“Estoy muy feliz en River. Al irme de mi ciudad tuve que dejar mi trabajo, nos fuimos solas a Buenos Aires con estas dos amigas, dejamos todo, cargamos el bolso en la espalda y juntamos la plata que podíamos y nos vinimos”, recuerda Daiana con una gran sonrisa de satisfacción por el camino recorrido.

Al conocer las dificultades que se le presentan a las jugadoras de Neuquén y Río Negro para ir a la capital argentina a probarse en algún club, Leguizamón les dejó un mensaje: “Con esfuerzo todo se puede; es difícil pero nada es imposible. Anímense a ir por sus sueños porque así como yo pude, ustedes también van a poder”.

Leguizamón considera que la profesionalización del fútbol femenino en Argentina es un gran primer paso pero advierte que aún resta mucho por hacer. La disciplina “está creciendo a grandes pasos porque las jugadoras empiezan a ser profesionales de verdad. La Selección en el Mundial tuvo un paso muy bueno y me puso muy feliz porque cuando me tocó dar el último paso por la Selección fue un mes antes de la Copa del Mundo, estuve preseleccionada, y no tuve la oportunidad pero me tocó vivirlo desde otro lado y me pareció increíble esa experiencia. Estoy feliz, deseo que sigamos avanzando y que podamos crecer mucho más”.

 

 

 

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