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Una Pionera suelta en Picún Leufú: tiene 73 años y juega al fútbol

Marta junto a sus hijos. En 2018 fue elegida como la mejor deportista de Picún. (Fotos Liga Fem)

Por Carolina Magnalardo

Era el año 1962. Un combinado argentino de fútbol femenino jugaba un partido amistoso en Uruguay en uno de los más antiguos registros que existen de la historia de las Pioneras, las primeras futbolistas del país. Mientras tanto en Pehuajó, Marta Aveldaño, de 15 años, descubría su amor por ese deporte.

Más tarde, la vida y el trabajo la llevaron a Cipolletti y luego hasta Picún Leufú, donde vive desde hace tres décadas. Aunque en sus comienzos jugaba de punta izquierda, su pasión siempre fue ser arquera, puesto que empezó a ocupar cuando pisó tierra neuquina y que conserva hasta hoy, a los 73 años.

“Yo vuelo de palo a palo. Algunas me dicen ‘Te vas a matar’ pero yo les digo que no, porque sé tirarme”, cuenta entre risas y aclara que no tiene miedo a la hora de salir a buscar la pelota y achicar a la delantera contraria. “Arquerita como Martita no hay”, repiten sus compañeras sobre la referente del equipo que fue elegida Deportista del año de Picún Leufú, en 2018.

“Yo vuelo de palo a palo, porque sé tirarme”.

Es madre de cinco mujeres y tres varones. “Tengo tantos nietos y bisnietos que perdí la cuenta pero son más de veinte”, calcula. Marta cree que la pasión por el fútbol es mejor si se disfruta en familia y comparte equipo con su hija Andrea, de 52 años.

Integra el plantel de Platense y también tuvo un paso por Cimalplate, Alborada y un equipo de Piedra del Águila. Es fanática de Boca y de Lionel Messi y siempre contó con el apoyo de su familia para jugar.

En su ciudad natal era ama de casa y hace unos años se jubiló como maestranza del municipio de Picún Leufú. “Extraño el día a día en el trabajo pero aprovecho el tiempo que tengo ahora para seguir haciendo deporte. Me gusta vivir acá y amo la tranquilidad que tenemos, por ejemplo, de poder tomarnos unos mates con la puerta de casa abierta sin que eso sea peligroso”.

Picún Leufú tiene cerca de 5.500 habitantes. En la localidad hay cinco equipos de fútbol femenino y, en ocasiones, se suman conjuntos provenientes de El Sauce y Santo Tomás para encuentros recreativos. “Todavía hay gente que no está de acuerdo con que las mujeres jueguen al fútbol porque dicen que somos machonas pero en definitiva es un deporte”, reflexiona.

“Todavía hay gente que no está de acuerdo con que las mujeres jueguen al fútbol porque dicen que somos machonas pero en definitiva es un deporte”

En ocasiones es la capitana del equipo y tiene claro que ante todo se debe tener disciplina: “Adentro de la cancha las ordeno y les doy indicaciones. Siempre les remarco el respeto por el rival y saludar a las contrarias antes y después del partido”.

Una tarde, hace dos años, acompañó a una de sus nietas a jugar pádel en Plottier. Su nieta estaba descompuesta y no podía entrar a la cancha, entonces propuso que juegue Marta. “Mi abuela juega”, les avisó a sus compañeras. Las rivales sonrieron incrédulas y la sumaron para completar el dobles.

En las primeras voleas esta deportista polifuncional despejó todas las dudas: “Desde afuera mi nieta se reía porque me tiraban una cortita y yo llegaba; me tiraban difíciles y yo las sacaba todas y les hacía globito. No lo podían creer. Cuando terminamos me preguntaron cuántos años tenía porque no me creían que había cumplido 71 y me decían que estaba en mejor estado que ellas, ja ja”.

En varios torneos se quedó con el premio a la valla menos vencida, como ocurrió en Loncopué, hace seis años. En aquel campeonato incorporó una forma característica de festejar los goles: “Con nuestra número 2, Belén Vega, siempre celebramos saltando y chocando pecho y manos. Belén es una jugadora que defiende todo, es un pilar importante en la defensa”, avisa.

La pionera del fútbol cuenta los días para volver a jugar y advierte que no puede estar quieta, por lo que también practica vóley y sale a correr y a andar en bici. Mientras tanto, sigue haciendo historia y abriendo el camino para las próximas generaciones.

“Arquerita como Marta no hay”, repiten sus compas.

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