Peressini y el Amazonas, una travesía que cumple 30 años

Andrés en acción, hace tres décadas.

Hace 30 años, Andrés Peressini y su socio de aventuras, Luis Diby, ajustaban los últimos detalles para encarar una travesía inédita: descender en kayak ese gigante llamado Amazonas. Le dieron forma al proyecto, lo cumplieron y en tiempos de aniversarios, la diputada María Laura Bonotti y el diputado Mariano Mansilla presentaron un proyecto para que esta hazaña sea declarada de interés legislativo.

“Nos dejó una experiencia inolvidable, ya que cuando uno se propone un objetivo y lo desea con mucha fuerza interior, puede lograrlo a pesar de las adversidades que se le presenten. No solo significo un logro deportivo, sino que fue todo un enriquecimiento personal y humano”, recordó el diputado provincial del partido Siempre. Es un recuerdo que brota de manera constante y por eso su compañera de bloque y el integrante del Frente de Todos realizaron el pedido formal.

La travesía, paso a paso

En 1990, desde Plottier y junto a Luis Diby, comenzaron a trabajar para la expedición, con fuertes entrenamientos y muchas pesas. Sumaron horas de remo en los ríos de la provincia y en el medio acumularon información bibliográfica de la zona del Amazonas. Con ahorros y aportes de comercios locales, familiares y amigos, pudieron llevar a cabo el proyecto.

En la salida de Neuquén a Buenos Aires, recibieron una emotiva despedida. Utilizaron distintos medios de transporte (trenes, colectivos y camiones) y luego de 17 llegaron la peruana Kiteni, 100 kilómetros al norte de las ruinas de Machu Pichu, a orillas del rio Urubamba, afluente del Ucayali y este del Amazonas. Ese fue el punto de partida.

El 2 de agosto de 1991 comenzaron el descenso ante la curiosa mirada de más de 50 personas que se habían acercado al lugar. Los primeros dos días descendieron por un cauce rodeado de montañas de más de 2.000 metros en plena selva, sorteando una serie de rápidos difíciles.

Al llegar al pueblito de Shepahua, se comenzaron a preocupar al escuchar que rio abajo el actuar de los terroristas y delincuentes fluviales era peligroso y constante. Peressini hizo un doble fondo en su kayak, en el cual ocultaron por unos días la cámara de video, documentos y algunos dólares. Esa cámara, adquirida por el actual diputado provincial luego de vender una coupe GTX, les permitió documentar el viaje en ocho horas y media de video.

 

Diby y Peressini, en plena travesía.

El 24 de septiembre, Diby filmo a Peressini cuando remaba los últimos metros para acercarse a la orilla. Desde la izquierda observaron como el rio Marañon unía sus aguas a las del Ucayali. Los choques de estos dos majestuosos afluentes dan origen al Amazonas. Se abrazaron permitiéndose varias lágrimas. Y un pescador (Medina Castro) los observaba con asombro: para él terminaba un día normal, para los dos kayakistas era una experiencia de vida.

En el trapecio amazónico (límite de las tres fronteras entre Perú, Colombia y Brasil), pasaron un momento desagradable con una patrulla nocturna de la policía colombiana. Con agresividad los apuntaron durante dos horas. “Me tuvieron esposado, arrodillado y con la ametralladora en la cabeza”, recuerda Peressini. Los revisaron al extremo y los dejaron en libertad, pero fue un momento de mucha angustia.

A partir del segundo mes de navegación tuvieron una comunicación casi constante con radioaficionados, peruanos, brasileños y argentinos, quienes los alentaron de manera permanente y llenaron de energía a los palistas, cuando el Amazonas alcanzaba dos kilómetros de ancho y había que remar con viento de frente.

El 2 de noviembre, arribaron a Manaos lo que significaba que habían recorrido más de dos tercios del recorrido. En ese lugar tuvo lugar la inesperada visita de Arístides Peressini, padre de Andrés, lo que alegro los corazones de todos. Arístides, entusiasmado y ansioso, se incorporó a la expedición y durante 20 días la expedición fue de tres, hasta llegar a Santarém.

Pescado, el menú preferido (y obligatorio) de la aventura.

La recta final

Pasando Belén, comenzaron a sentir el agua salada en sus labios y una coloración verdosa del agua les indicaba que el atlántico los esperaba. Los últimos días fueron extenuantes y complejos: olas de más de cuatro metros de altura, vientos constantes, amplias y extensas playas de arena y la dificultad de conseguir agua potable, más un lógico cansancio armaron un combo lleno de dificultades. Finalmente, el 13 de enero llegaron a Salinopolis y cumplieron el gran objetivo.

Entre la audacia y la locura, realizaron la proeza de navegar 6.000 kilómetros en kayak por el Amazonas, desde los Andes peruanos hasta el Atlántico, en un total de cinco meses y once días de navegación.

 

“El río Amazonas sigue fluyendo hacia el mar luego de 30 años de haberlo navegado y disfrutado, agradezco a Dios, a mi familia, a los amigos y conocidos que me acompañaron en la concreción de un pensamiento, que se hizo realidad”. Peressini

Peressini y Mansilla.

De vuelta en casa

De vuelta en la zona, decidieron transmitir toda esta información, sensaciones y emociones con alumnos de al menos 40 escuelas de nivel primario y secundarios de Plottier y Neuquén y del interior de la provincia.

Una de las consecuencias más importantes del viaje por el Amazonas fue la fundación de la escuela de kayaks en Plottier. Peressini presentó el proyecto de la escuela a la municipalidad y el proyecto se concretó. Las actividades comenzaron el 11 de diciembre de 1993 con cuatro kayaks SDK 4,50 y cuatro alumnos navegando el río Limay.

Al cabo de los años se logró la construcción de la botera, gran cantidad de botes entre propios y prestados y aproximadamente más de 60 alumnos estables, con edades que oscilan entre 6 años a 70).

Desde el inicio de la escuela, se han realizado distintas travesías por diferentes ríos y espejos de agua a lo largo de la Patagonia y el país. Como también por trayectos extensos del mar argentino, La participación activa de la gran cantidad de alumnos, permitió la construcción de una identidad ligada al rio y a Plottier. Hoy sigue firme, a orillas del Limay en el camping Nepén Hué.

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