El despegue de la Generación Dorada

Palladino, Oberto y una copa que quedó en la historia y marcó el arranque de la Generación Dorada.

Por Nicolás Tamborindegui

El debate sobre donde comenzó la historia de la Generación Dorada es algo de nunca acabar para los basquetboleros argentinos. La leyenda y la versión mas aceptada por los jugadores habla de un juramento tras perder increíblemente la semifinal del Mundial sub 22 de Australia en el 97. Otros hablan del Sudamericano del 99 o del Preolímpico de ese mismo año. Pero lo que nadie duda es que el despegue se produjo en el Premundial de Neuquén en el 2001, hace exactamente 19 años.

Pocos se acuerdan que antes del torneo la selección pasó varios días entrenando en Neuquén para luego viajar a Chile y ganar (después de 14 años) el Sudamericano de Valdivia, con la base del equipo que después jugaría en el Ruca Che, aunque sin la presencia de los titulares Pepe Sánchez, Manu Ginóbili, Hugo Sconochini, Rubén Wolkowyski y Fabricio Oberto. Tampoco estaba Luis Scola.

Yo en ese momento era un joven cronista de radio y tuve acceso a ese primer entrenamiento en suelo neuquino que se desarrolló en e Biguá, un día temprano a la mañana. Es más, creo que fui el único que apareció por ahí y a Enrique Tolcachier, asistente de Rubén Magnano, no le quedó más remedio que dejarme presenciar unos minutos. El plantel estaba vestido con ropa Adidas y se destacaban un joven Andrés Nocioni y un veterano Diego Osella, que después no seria parte de los 12 de Neuquén.

Ya en la previa del torneo había mucha expectativa de ver a la selección. Se hablaba del mejor equipo de la historia. Manu era un jugador top de Europa, Oberto y Sconochini, dos consagrados de primer nivel europeo, mientras que Pepe Sánchez y Wolkowyski venían de jugar en la NBA. El resto, además, cumplía con creces en el básquet del viejo continente. Ya se percibía la presencia de una generación que podía cambiar la historia del básquet argentino.

El Ruca Che lució lleno en cada interminable jornada de cuatro partidos: arrancaban casi al mediodía y terminaban cerca de las 12 de la noche. El nivel de algunos equipos era sumamente interesante. Canadá estaba comandada por Steve Nash, ya una estrella NBA, pero también contaba con otros buenos jugadores como el pivote NBA Todd McCulloch (2.13). En Brasil estaban Marcelinho Machado, Demetrius, Guilherme y dos jóvenes prometedores de 18 años: Nené y Anderson Varejao. Puerto Rico era candidato de la mano de los NBA Carlos Arroyo y Daniel Santiago más los veteranos José Piculín Ortiz y Jerome Mincy. En Islas Vírgenes se destacaba Raja Bell, en Mexico Victor Mariscal, en Panamá Leroy Jackson y Michael Hicks, en Uruguay Marcelo Capalbo y Nicolas Mazzarino y en Venezuela Richard Lugo y el veterano NBA Carl Herrera, dueño de dos anillos con los Rockets.

El plantel argentino estaba compuesto por Pepe Sánchez, Lucas Victoriano y Daniel Farabello (bases), Ginóbili y Leandro Palladino (escoltas), Sconochini y Nocioni (aleros), Leonardo Gutiérrez y Scola (ala pivotes) y Oberto, Wolkowyski y Gabriel Fernández (pivotes). Sconochini cumplía justo una suspensión de cinco meses por doping recibida en Italia y Scola llegó el mismo día del inicio del torneo tras disputar el Mundial sub 21 de Japón. Además, a ultimo momento se había lesionado Alejandro Montecchia y Daniel Farabello ocupó su lugar.

El plantel argentino, con Farabello (9), quien reemplazó al Puma Montecchia. (CABB)

El certamen otorgaba en total cinco boletos para el Mundial del año siguiente en Indianápolis, Estados Unidos. En principio eran dos grupos de seis equipos cada uno que se enfrentaban entre sí, clasificando los cuatro primeros de cada zona a la segunda ronda. Allí cada equipo jugaba contra los cuatro del otro grupo, mientras que los cuatro primeros de la tabla general avanzaban a las semifinales. La clasificación de Argentina se daba casi por descontada, ya que además Estados Unidos se presentaba con jugadores universitarios de Junior College, más o menos un tercer o cuarto orden dentro del básquet universitario (ya estaba clasificada por ser país organizador).

El debut de Argentina fue a toda orquesta: le ganó a Uruguay por 40 puntos de diferencia: 103 a 63. El equipo volaba adentro de la cancha. Sánchez-Ginóbili-Sconochini-Wolkowyski-Oberto eran los 5 iniciales que desde ahí salieron de memoria hasta el Mundial. El Colo con 17, Palladino con 12 y Manu con 11 fueron los goleadores esa noche de la presentación. Al día siguiente, arrasó también con el inexperto equipo estadounidense por 108-69, con 16 de Nocioni, 14 de Oberto y Wolkowyski y un goleo muy repartido del resto.

En la tercera fecha fue triunfo 90-73 contar Venezuela, siendo también el equipo de Magnano muy superior. Manu con 14 y Oberto con 12 fueron los goleadores. Argentina cerró la primera fase con victoria en el clásico ante Brasil 108-98. Ginóbili la rompió toda con 29 puntos y Leo Gutiérrez, desde el banco, aportó 17 a puro triple. La selección avanzaba a la siguiente ronda con 4-4 y un juego colectivo muy aceitado.

El arranque en la segunda etapa del torneo resultó nuevamente muy vistoso. Islas Vírgenes no fue rival y el partido terminó 98-77. Sconochini con 17, Oberto con 14 y Palladino con 12 fueron los máximos anotadores. El Torito era un jugador muy importante por entonces. Aportaba defensa y triples desde el banco y siempre se destacaba. En la fecha siguiente hubo otro baile: 115-87 a Panamá con un juego interno dominante: 24 de Wolkowyski, 17 de Gaby Fernández y 13 del joven Scola.

El partido siguiente fue difícil para Argentina, que de todas maneras logró sortearlo bien. Fue triunfo 85 a 76 a Canadá con 25 de Ginóbili y 15 de Pepe Sánchez. Hubo un buen juego de Nash en el perdedor. Al día siguiente, el equipo de Magnano cerró la segunda fase invicta tras derrotar fácilmente a Puerto Rico por 95-70. Se destacaron Wolkowyski con 16, Nocioni con 15 y Palladino con 12. Lo de Puerto Rico fue muy flojo esa noche, con pocos minutos para Arroyo (6 puntos) y Piculín (3). Luego del partido Julio Toro, el DT boricua me dijo en una nota que prefería jugar con Brasil, con lo cual pareció confirmar que no habían hecho mucho por ganar para elegir rival en semifinales. Les salió mal.

Nocioni lidera los festejos en el Ruca Che. (CABB)

En semis tocaba verse las caras otra vez con la Canadá de Nash, pero ya con la clasificación a Mundial asegurada. Esta vez la Albiceleste no le permitió opciones al base NBA (por entonces jugaba en Dallas Mavericks) y el triunfo fue amplio: 95-76. Manu con 19 fue el goleador y Wolkowyski y Palladino aportaron 16 y 14 respectivamente. El juego en equipo, los pases y el ataque rápido eran el sello de un conjunto muy dominante.

Y en la final esperaba Brasil, que le había ganado a Puerto Rico y lo había mandado a Toro a jugar por el tercer puesto. Argentina salió con todo desde el principio: con una gran defensa que le permitió robar el balón muchas veces, logró terminar arriba el primer cuarto por 17 puntos (23 a 6) para el delirio del Ruca Che, colmado por 5.000 personas. Brasil estuvo los primeros 6 minutos del partido sin poder anotar.

En el segundo cuarto Argentina estuvo algo errática pero el buen juego volvió en el tercer período, de la mano de un Ginóbili encendido, a tal punto que en el minuto 30 le sacó 37 puntos de ventaja, 70-33. Un baile con todas las letras. Mas allá del repunte en los 10 finales del rival, el triunfo nunca corrió peligro y el final fue 78-59. Manu fue el goleador con 28 y obviamente se quedó con el premio al mejor del partido.

En una gran actuación, Canadá se quedó con el tercer lugar y subió al podio al derrotar a Puerto Rico por 102-95. La gran figura fue Nash con 22 puntos y 11 asistencias. Los cuatro se clasificaron al Mundial junto a Venezuela, que terminó en el quinto puesto (sería rival de Argentina en el mismo grupo en Indianápolis).

La historia de la Generación Dorada guarda un capítulo muy importante para el Ruca Che y para la ciudad de Neuquén. Fue donde comenzó a despegar el vuelo rumbo a la gloria. Se vio un equipo arrollador de gran talento y sacrificio que al año siguiente asombraría al mundo en Indianápolis, propinándole la primera derrota de la historia a los Estados Unidos y estando a minutos (y a una falta no cobrada) de ser campeona del mundo.

El festejo del campeón en el Ruca Che (CABB)

Hasta ese momento, a Argentina siempre le faltaba “5 para el peso” No pasaba del octavo puesto en los mundiales, le costaba horrores clasificar para los Juegos Olímpicos y en los torneos continentales peleaba permanentemente con selecciones menores ganando y perdiendo (más de esto último). Neuquén fue el punto de partida para llegar con todo a la elite del básquet mundial, en donde actualmente permanece desde hace ya casi 20 años. Vimos en vivo y en directo el despegue de la Generación Dorada. Fuimos afortunados.

La síntesis de la final:

Argentina 78: Sánchez 2; Ginóbili (foto) 28; Sconochini 10; Oberto 8; Wolkowyski 7 (FI); Scola 8; Farabello 2; Gutiérrez 2; Nocioni 5 (x); Fernández 1; Paladino 5; Victoriano 0. DT: Rubén Magnano

Brasil 59: Demetrius 9; Marcelinho 0; Guilherme 5; Nené 8; Sandro 8 (FI); Vanderlei 4; Alex 4; Helinho 7; Anderson 0; Marcio 6; Tiago 4; Estevan 3. DT: Helio Rubens

Parciales: 23-6, 37-22 y 64-33

Árbitros: : Juan Figueroa (Puerto Rico) y Mick Homsey (Canadá)

Estadio: Ruca Che, 5.000 personas

 

 

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