A los entrenadores de básquet: ¡Feliz día y gracias totales!

Fer Otaviano, la inseparable pizarra y su amigo y colega, Marcelo Macías.

Por Cristian Helou

Sentarse atrás del banco, observar con atención la jugada preparada y después verla ejecutada en el parqué es un momento gratificante, único. Para el entrenador y también para el periodista. Si el básquet está cargado de pasión es porque sus directores técnicos son determinantes. Ellas y ellos tienen su día, es hoy (22 de abril) y vale la pena reconocerlos.

Zapala, calle Mayor Torres al 700, año 1983. Una pelota naranja aparecía y desaparecía atrás de un paredón. Adentro, Fernando Otaviano lanzaba 100-200-300 veces a un aro negro, de chapa y sin red. Entraban casi todas y la situación de repetía mañana y tarde. Un día crucé la calle y empecé a tirar con él. Obviamente no entraba ninguna, pero fue el gancho perfecto para empezar a conocer el básquet.

Fernando, amigo y vecino eterno, sigue con su pasión inalterable. Hoy está al frente la escuela de entrenadores de Olavarría y además coordina el trabajo de técnica individual de las selecciones locales. Antes pasó por Estudiantes, Ferro. Racing y San Martín de Sierras Bayas, pero también tuvo experiencias en Puerto Varas (Chile) y en el proyecto Ave Fénix de San Luis.

Esa yunta con Fernando me llevó a ser monitor. Fue una experiencia inolvidable, vital para ejecutar en mi verdadera pasión: el periodismo deportivo (con el básquet allá arriba). Fuimos al Nacional de mini de 1988 como monitores y en el viaje Zapala-Buenos Aires (27 horas) nos encontramos con el Loco Ibáñez. En el vagón del bar, con las tazas de café que iban y venían, nos llenamos de básquet en una charla interminable.

En épocas de estudiante, dos momentos eternos con el gran León Najnudel. Una, cuando fue convocado por los directivos de Deporta para responder mil preguntas en las entrevistas de los lunes. La otra, un inolvidable mano a mano en la confitería de Caballito, cerca de Etchart. Justo hoy, se cumplen 22 años de su partida.

Ya en tiempos de Olivetti primero, PC después y notebook en la actualidad, una infinidad de historias con los entrenadores. Varios mano a mano con Eduardo Armer, la convocatoria a Daniel Aráoz para que sea columnista en el diario Río Negro, una gran relación con Lucho Heredia y obviamente, al día con las columnas del Loco, escritas o por radio.

Con o sin bigotes, Rubén Magnano dio cátedra y también me dio un par de exclusivas. Una en Neuquén, en julio de 2001, antes del Sudamericano de Valdivia. La otra, en julio de 2004, en el hotel del ACA de Córdoba, durante el Súper 4 y un mes antes de la inolvidable conquista en Atenas.

Más acá en el tiempo, siempre listo para pisar el Viejo Ramírez, La Caldera o El Templo, el contacto con los técnicos es permanente. Vaya mi saludo (con codazo) para el Cusa Oviedo, Pablo Romero, Marcelo Remolina, Gabriel Alzugaray, Fety Claris, Pato Denegri, Boty Santángelo, Maxi Rubio y Dante Centeno. Sumo a Marcelo Macías, última incorporación por su amistad con Fer Otaviano.

También para Valeria Sanguinetti, el Chiva Albornoz, Daniel Landaeta, Diego Lamuedra, Pablo Obreque, Ale Sosa, Ariel Soto o varios ochentosos como Miguel Caracoche, el Gaucho Azua, Norberto Coll, Dardo Etchepare o Mario Spada. Todos, en menor o mayor medida, aportaron y aportan a la causa. Enseñaron a miles, pero a la vez nos llenaron de datos para poder darle forma, con aciertos y errores, a nuestras notas.

El inolvidable Loco Ibáñez.
Cusa Oviedo, último campeón del Integración.
Mano a mano con Magnano.

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