El dominicano que era mejor que Jordan

Luis Felipe López jugando en la NBA con la camiseta de los Timberwolves y contra los Bulls.

Por Nicolás Tamborindegui

Año 1995, de a poco, los basquetbolistas latinos iban penetrando en el básquet de los Estados Unidos con el objetivo de hacerse un nombre en la NBA. No era fácil y la historia cambió con el correr de los años. Por entonces, había uno que sobresalía por sobre todos, y al decir todos hablamos de los jóvenes de escuelas secundarias del país del norte. Se llamaba Luis Felipe López, era dominicano y se decía que tenía mas talento que el mismísimo Michael Jordan. Ese año tuvimos la oportunidad de verlo jugar en Neuquén con su selección en el Preolímpico que se disputó en el flamante Ruca Che (también en Tucumán la primera fase)

López vivía en los Estados Unidos desde los 14 años tras dejar Dominicana y en su juventud había destacado en los playgrounds de Nueva York, siendo toda una estrella del básquet callejero. Quienes jugaban con él y en contra de él decían que hacía cosas nunca vistas en una cancha. Era un escolta de 1,96, de piernas y brazos largos, muy atlético y anotador, pero también bueno en defensa. Todos en las calles del Bronx hablaban de él y su leyenda fue creciendo sin parar por esos años, haciendo que las principales universidades se pelearan por tenerlo en su plantel, ofreciéndole becas de todo tipo.

Hay una palabra que se usa mucho ahora en el básquet colegial de los Estados Unidos que es “Hype” y que significa algo así como generar expectativas desmedidas por algo. Zion Williamson, debutante este año en la NBA, ya era furor en su etapa de jugador de colegio secundario y los videos de sus volcadas recorrían el mundo a través de internet. Lo mismo pasó con LeBron James. Era archi famoso ya antes de disputar su primer partido como profesional. Antes de ellos dos, y antes de todos los demás que puedan llegar a venir (seguramente van a ser muchos) estuvo Luis Felipe López. Se dice de el hoy en día al recordar su historia que “Fue Lebron antes que Lebron”.  En la cúspide de ese “hype” desplegó su básquet en el Ruca Che.

Portada de Sport Illustrated en 1994. La revista deportiva mas importante de los Estados Unidos.

Para el año 1995 ya le decían el “Jordan latino”. Después de ganar todos los premios posibles del basquetbol de High School (escuela secundaria) en los Estados Unidos, había brillado en su primera temporada en la Universidad de St. Johns en medio de una expectativa y una locura sin igual. Ya con mucha fama a cuesta llegó a Neuquén para jugar con su selección el Preolímpico clasificatorio para Atlanta 96.

Durante la primera parte del torneo, en Tucumán mostró que era cierto todo lo que se hablaba de el: le hizo 36 a Cuba, 33 a Canadá y 25 a Barbados y terminó como goleador de esa primera instancia con 31,4 de promedio. “El astro de la Universidad de St. Johns demostró que las miradas estaban bien puestas en él. Hace casi todo bien: corre, penetra, pasa, rebotea y tiene coraje. Quizá le falta bajar un poco la soberbia, pero con su talento y su edad tiene todo para ser un monstruo”, lo describía la revista Solo Básquet tras aquellos partidos.

La fama que traía de los Estados Unidos llegó también a Neuquén, porque era uno de los más buscados para los autógrafos y las fotos. Al jugarse todos los partidos en una misma jornada, los planteles que llegaban al estadio tenían la costumbre de sentarse en las tribunas a la espera de sus respectivos cotejos, y en ese momento era cuando una multitud de niños y jóvenes arrinconaban al dominicano en las plateas del Ruca Che para pedirle una firma (las selfies no existían por entonces).

En esa segunda fase enfrentó a la Argentina, en lo que fue su peor partido del torneo. Anulado por la defensa agresiva de Esteban De la Fuente, se quedó solo en 10 puntos, cuando venía de hacer 28 en su presentación en la ciudad ante Brasil en un triunfo histórico. El ex jugador de Independiente de Neuquén lo defendió duro y lo frustró en ataque. El DT argentino Guillermo Vechio había planificado el partido en base a poder anular a López y lo consiguió.

Por la tercera jornada el escolta hizo 26 puntos, pero Dominicana perdió 88-81 ante Uruguay. Al día siguiente le metió 31 a Bahamas, aunque su equipo sufrió una abultada derrota. Así cerró su participación en el Preolímpico y en el estadio Ruca Che. Terminó el torneo como el segundo goleador con 27.4 de promedio, apenas dos décimas por debajo del brasileño Oscar que estaba quemando, con 37 años, sus últimos cartuchos a nivel selección. Pintaba para crack: flaco, alto, muy atlético y veloz, parecía que hacía las cosas más rápido que el resto, volaba adentro de la cancha. Por entonces no había dudas en que iba a ser una estrella en la NBA. “Estamos en presencia de un seguro gran jugador de la NBA”, se decía por aquellas tardes y noches de básquet en Neuquén.

Luis Felipe la rompió en Neuquén con solo 20 años.

Sin embargo, no fue así. Se puede decir que en Neuquén vimos al último López en plenitud, algo muy llamativo si se tiene en cuenta que por entonces tenía solo 20 años. Tenía todo por delante, sin embargo desde ese momento empezó a ir todo cuesta abajo. Durante sus siguientes dos años en la Universidad bajó sus promedios, repuntando un poco en el último, lo que le permitió ser elegido en el puesto 24 del draft de la NBA por San Antonio Spurs, aunque luego fue traspasado a los Vancouver Grizzlies.

Allí hizo una buena primera temporada con 9,3 puntos de promedio, aunque solo estuvo dos años, luego pasó una temporada en Washington y dos más en Minessota Timberwolves, donde las lesiones hicieron disminuir de una manera mayor su rendimiento. Luego deambuló por ligas menores (Alemania y la segunda división de España entre otras) y hasta llegó a la Argentina para jugar la Liga Nacional para Obras Sanitarias en el 2009 (debutó con 5 puntos y 5 faltas en 8 minutos en un triunfo ante Atenas de Córdoba en Buenos Aires). Durante su estadía en los Tacheros promedió, ya con 35 años, 10,4 puntos y 4,7 rebotes por partido. Ya lejos estaba de ser aquel que deslumbró en Neuquén cuando decían que era el “Jordan Latino”.

En los Vancouver Grizzlies jugó sus dos primeras temporadas en la NBA.

El año pasado se estrenó por ESPN un documental que narra su vida. Se llama “The Dominican Dream” o “El Sueño Dominicano” y cuenta LA historia desde su infancia hasta sus años en la NBA. Allí, su ex entrenador universitario, Lou Carnesseca, resume con claridad lo que fueron esos años donde era una gran estrella: “No se me ocurre otra persona que haya recibido más publicidad por esos años. Tuvo ocho páginas en el Daily News. El general Eisenhower, que ganó la Segunda Guerra Mundial, sólo tuvo tres”.

“La gente siempre se pregunta qué pasó conmigo, ¿qué le pasó a Felipe?. Mucha gente pudo conseguir la historia desde un punto de vista superficial, pero no ahondar realmente en todo y pienso que la película les proporciona un poco más de profundidad no sólo sobre mi vida personal, mis triunfos y fracasos, sino también una historia de perseverancia y familia”. Dijo el jugador sobre este film que narra su historia.

Dicen que en el Bronx, y en toda Nueva York en general, su recuerdo permanece siempre presente entre los basquetboleros de la calle, especialmente entre los latinos, que aun lo consideran como el mejor jugador que hayan visto alguna vez en una cancha de básquet. En el 95, en su mejor momento, tuvimos la suerte de verlo desplegar su talento en nuestra ciudad.

 

 

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here