Nicolás Sastre: “La mujer revoluciona el fútbol por el empuje que tiene”

Lucía Castaing, de 13 años, es la gran figura del equipo. Para el técnico tiene todas las condiciones para ser profesional.

Por Carolina Magnalardo

En 2013 el Club Embajador de los Andes debutó en la liga de fútbol masculino de San Martín y al poco tiempo comenzó a trabajar con el plantel femenino. En diálogo con Aguante Neuquén, su entrenador, Nicolás Sastre, detalló cómo es la tarea diario.

“Estoy muy contento de ser parte de este plantel. Me ayuda Fernando Boggetto y el profe Chino Sosa que comenzó a trabajar con nosotros esta temporada y es un referente en la localidad”, cuenta Sastre, quien nació en Miramar pero desde los 10 años vive en San Martín y tuvo un paso como futbolista en Ferro. Además vivió un tiempo en España.

En la categoría mayores tienen 27 jugadoras y hace poco más de un año comenzaron con la escuelita de femenino. “Nos llegaban jugadoras que con una valentía enorme decidían jugar al fútbol y aprendían muy rápido pero vimos la necesidad de que las mujeres, más que nada por la parte técnica, comiencen a jugar desde niñas. Es muy importante no perderse esa parte del aprendizaje. Acá en la ciudad hay fútbol mixto y está bueno pero creo que a veces esa modalidad puede inhibir a alguna que quiere sumarse y que termina no haciéndolo porque ve que son veinte nenes y solo dos nenas”, opina el entrenador que durante unos meses hizo la doble función como jugador y DT del femenino hasta que se dedicó de lleno a la conducción del equipo de mujeres.

El DT jugó en Ferro y vivió en España.

Luego de una exigente pretemporada solo alcanzaron a jugar dos partidos antes de que se decretara la cuarentena. “Se está haciendo largo y es complicado porque además de lo físico hay que mantener la motivación, el compromiso y la unión del grupo y hacerlo desde un teléfono es difícil porque el fútbol es todo lo contrario, es verte cara a cara. El profe hace entrenamientos por Instagram tres veces por semana y yo les mando videos para mejorar cosas tácticas. Nosotros estamos trabajando como si mañana ya volviéramos a jugar”, dice entusiasmado.

Sastre advierte que el fútbol en San Martín no tiene el desarrollo que debería. “La liga masculina cuenta con seis equipos y la femenina, casi los mismos. Los campeonatos no se terminan, las canchas son un desastre, los árbitros no se capacitan y se vive mucha violencia adentro y afuera de la cancha. Por estos motivos decidimos jugar en la liga de Junín de los Andes que nos abrió las puertas y que aun teniendo tres canchas y un montón de equipos nos hicieron un lugar y podemos disfrutar de jugar en una liga organizada y solo pensar en el fútbol”.

Además, el entrenador remarca la importancia de que los niños y jóvenes puedan desarrollarse desde el deporte. “Conozco muchos casos de chicos que viven una realidad difícil y que si el domingo no hay partido el sábado salen y se acuestan a las ocho de las mañana. Pero si hay partido, se cuidan para jugar bien, por amor al equipo, a la camiseta, al barrio y al fútbol y eso es muy importante”.

Entre las figuras del equipo se encuentra Lucía Castaing, de 13 años, quien para Sastre cuenta con condiciones para ser jugadora profesional. “Ama el fútbol, es muy aplicada y tiene una pegada muy buena. Un día llegando a mi casa paré en una canchita para ver a una nena que estaba por hacer un tiro libre. Su postura y cómo se paró delante de la pelota, ya me llamó la atención”, afirmó.

“Me quedé mirando y cuando la vi pegarle me acerqué a preguntarle cómo se llamaba y dónde había aprendido a pegarle así –agregó-. Dijo que nunca había jugado en un club y que había aprendido copiando porque miraba mucho al Barcelona. Ahí nomás le dije que ya tenía club y se sumó con nosotros”.

El equipo siempre hace actividades para juntar fondos para poder pagar torneos, comprar elementos deportivos y cubrir gastos. Para ir a jugar a Junín son las propias jugadoras las que se organizan para hacerlo en distintos vehículos.

El año pasado en la Fiesta del Trabun el club le cedió el espacio al fútbol femenino como premio a todo el trabajo anual. “Salió todo perfecto y desde la institución se les dijo que podían elegir a qué destinar esa plata que juntaban. Decidieron comprar elementos deportivos y pagarle al preparador físico para tener una muy buena pretemporada. O sea que se gastaron lo logrado en ese trabajo para tener más trabajo, para superarse. Mis jugadoras son un ejemplo para mí y estoy orgulloso de lo que son como grupo”, remarca Sastre.

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